"El pescador alegre" de José Barros: Cumbia colombiana
“El pescador
alegre” es una canción tradicional colombiana del género cumbia que conocí a
través de una cultora colombiana llamada Totó La Momposina, cuya versión
aparece titulada simplemente “El pescador”. Esta cantante representa con su
actitud la vida popular, no como una actriz de lo que significa la tradición
colombiana sino como partícipe de un estilo de vida que se mantiene vigente en
las orillas del rio Magdalena, Colombia, que involucra a distintos sujetos de
esa sociedad que vive en sus orillas y/o que sube su corriente para llegar al
Mar Caribe. Lo que “El pescador alegre” describe es la cotidianidad del
pescador artesanal de esa zona, a su sentir y a su faena.
PARA ESCUCHAR DURANTE LA LECTURA:
El Pescador - Totó La Momposina (Live Sessions)
La cumbia es un
género afroindígena de la Costa Caribe colombiana cuyo elemento más
característico es la percusión, aunque en algunas manifestaciones pueda
agregársele otros instrumentos, no solo indígenas sino también contemporáneos y
del mundo, que se han hecho tradicionales en su interpretación. En este tema
solo se ejecutan voces y percusión; por eso, y también por lo sencilla que es
su estructura armónica, melódica y rítmica, tiene una gran expresión africana.
De hecho se canta tradicionalmente con mucha fuerza y con modulaciones mínimas
que más bien van produciéndose naturalmente como parte de la dinámica
melódica-armónica, además de la cadencia típica de los cantos colombianos que
imprime cierta melancolía o quejido en determinadas inflexiones que surgen en
la melodía. Cabe destacar que este género tiene también influencia española,
producto de la transculturación, datando sus orígenes de la Conquista y la
Colonia, al igual que varios otros estilos musicales de tradición.
(Inciso: Las versiones de esta canción que se consiguen en la web pueden variar.)
Las versiones con
un sonido más típico pueden variar en empezar con la percusión o la voz.
Empiezan, sí, con la primera estrofa:
“Va subiendo la corriente,
con chinchorro y atarraya,
la canoa de bahareque
para llegar a la playa”.
Esta estrofa
introduce perfectamente a lo que será la canción, conectando con el oyendo a
través de una carga narrativa que una cualidad común en la música popular; el
coro por su lado es una especie de pregón de cuatro versos, con una respuesta que
es ejecutada a dos voces hasta el tercer verso, que se extiende hasta el final
del coro en un contrapunto con una cadencia menor que inspira al misticismo de
una tradición de siglos que asemeja una mezcla entre música sacra y africana,
que tiene sobre puesto los últimos dos pregones de la voz principal, para
culminar el primer ciclo del coro, que se repite tres veces más en cada
oportunidad. Esta forma en que se presentan estas unidades líricas es común
entre todas las versiones de este tema.
Entre hombres y
mujeres, en la versión de Totó La Momposina, armoniza el coro:
“El pescador
(…)”
Y el pregón
contesta cada vez:
“(…) habla con la luna.
(…) habla con la playa.
(…) no tiene fortuna,
solo su atarraya”.
La carencia de
instrumentos armónicos permite percibir una similitud entre el estilo de esta
composición y algunas de nuestras expresiones de la música afrodescendiente.
Como es típico
de los géneros populares, en el pequeño interludio que surge luego del primer
coro, la agrupación de La Momposina aprovecha la ocasión de bromear con
onomatopeyas, como lo harían amistosamente todos los que son la misma gente, llevando así al
escucha/espectador hacia una impresión de ese ambiente.
“Regresan los pescadores,
con su carga pa’ vender,
al puerto de sus amores
donde tienen su querer”.
La estructura
melódica, armónica y rítmica es, al menos con respecto al aspecto lírico,
constante, que hace que la mayor carga expresa recaiga en el carácter
narrativo-descriptivo de la letra, que redunda con ligereza en el significado
cultural del contenido. En ese sentido la letra nos deja percibir al personaje,
no solo en la faena, sino también haciendo vida en el amor de pareja, que
amplifica la dimensión emocional que nos exponen.
(Inciso: Aunque las versiones más apegadas al estilo tradicional son muy similares entre sí, encontré otra que incluye bajo y guitarra eléctrica, batería, piano y cuerdas, además de tambores y maracas, voces masculinas y una femenina en rol principal. Quiero abordar un poco el caso particular de la última versión a la que he hecho referencia, ya que, por ejemplo, la disposición de las estrofas es diferente, restando un poco de relevancia al sentido narrativo de la misma, pero también aportando un carácter más valor poético al contenido lírico, y sobre todo al musical que complementan hermosamente con su arreglo los integrantes de la banda Magda, cuya versión puede hallarse en Youtube, y que catalogaría como, rítmicamente, una cumbia, con elementos alternativos que le otorgan un sonido exótico).
Las voces, a lo
largo de la pieza, ejecutan firmes sin bajar jamás la intensidad de su
interpretación. Hasta que llega el final. El último coro, en la versión de La
Momposina, se canta cuatro veces completo, y una quinta vez prescinde del
contrapunto al final del coro. La canción termina en morendo.
Otras versiones
del tema contienen algunas otras estrofas más. Por ejemplo:
“La luna espera sonriente
con su mágico esplendor
la llegada del valiente,
del alegre pescador”.
Con esta última
estrofa me ha dado la sensación de que se trató siempre de la luna como el
querer que le esperaría en el puerto, tomando la secuencialidad de la narración
y asumiéndola con una particular inocencia. Y la realidad es que sin ella, esa
secuencialidad con la que uno puede concebir la historia del pescador, no
tendría que asumirse que el pescador llega al anochecer o entrada la mañanita,
por lo tanto tampoco el comienzo de la faena. Lo único sugerido es que sale del
río Magdalena corriente arriba hacia el mar. Tampoco queda claro si la pesca se
realiza en el mismo río, aunque se sabe que desde 1930 fue construido en su
desembocadura, llamada Bocas de Ceniza, un canal artificial para permitir la
navegabilidad a buques de gran tamaño.
La canción posee
una última estrofa que canta:
“Y esta cumbia que se llama
el alegre
pescador,
la compuse una mañana,
una mañana de sol”.
Encuentro
fascinante la relación cultural –así como la semejanza– entre esta muestra de
la tradición musical colombiana y la gaita venezolana, originaria del estado
Zulia, a tan solo 200 kilómetros aproximadamente de esa frontera con Venezuela.
Además me identifico muchísimo con el trabajo de esta cantante, y la historia
que cuenta, que bien podría por muchas razones tratarse acerca del grueso de
cultores artesanales cumaneses que hacen, en nuestra ciudad, vida y tradición
con su labor.
El compositor de
este baile cantao’, como llama Totó
La Momposina al compendio de géneros que ella interpreta, es José Barrios,
creador de muchos otros del repertorio tradicional colombiano.
"T O T Ó - Documental"
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