Algo me habla

Siomara Salmerón. Partiré de lo complejo que es definir quién soy. Dentro de la búsqueda de esa misma respuesta, me parece que la más propia y antigüa expresión de mí misma que recuerdo es musical. Es posible que en el hecho de descubrirme mujer, yo misma definiera, también en ese sentido, mis formas, las cuales no necesariamente eran antes de mí. Pero ¿y quién soy yo?

El dúa que decidí que lo quería escribir era una canción, para el proceso acogí la rima, que sabía marginada por la poesía moderna. Pero qué iba a decir −no entendía de profundidades. Fue como aquellos poemas del colegio y ensayos creativos, sin narración más que de una secuencia que tenía lugar en el pensamiento de supuestos personajes ficticios.

La música cumple roles en nuestras vidas, como entidad, también en la intimidad. Aprendí a hacerme social a través de ella mientras nos tocábamos emocionalmente, nos comunicábamos. Puedo parecer un poco autista a veces por formas inusuales en que he aprendido a interactuar, y en parte se ha debido a ella, y creo que lo manifiesto a través de mi composición.

Porque la literatura deja ver entre variedades discursivas, desde diferentes perspectivas a tipos de corrientes, cuando yo escribo una letra no busco en los lugares hacia donde, por inercia, el flujo pueda llevarme. En esa evasiva que surge como reflejo de cierta intención −no sé qué tan consciente−, rodeo la idea al sentir que ella en sí misma casi nunca es lo que quiero expresar, porque eso, siempre se parece a la vida y la vida no es plana, y tampoco tan concreta. Como decir jungla, que a la vez es tantas cosas: verde, fango, reptil, nublado, salvaje, supervivencia, Vietnam.

En particular, por pensar en dimensiones, el tiempo que suele tomarme el dedicar algo propio en crearle, es tiempo en el construyo una visión del mundo, que a la larga veo que soy yo misma. Ella es un punto de vista, y me hace asumir la vida, así como el resto de los enfoques que para mí proporciona. El problema es que la música, como la vida, no le pertenece a nadie. Entonces nosotros le entregamos todo, tanto, siempre... Después morimos.


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